“La soledad se admira y
desea cuando no se sufre, pero la
necesidad humana de compartir cosas es evidente.” - Carmen Martín Gaite-
novelista española. La soledad sin duda alguna ha sido uno de los fenómenos
humanos más interesantes de analizar y reflexionar dentro de su naturaleza
propia como ser, pues si bien somos bajo una concepción griega “animales
sociales” en el sentido de estar diseñados en un panorama de interacción con
nuestros semejantes, en el que desarrollamos habilidades varias respecto de las
situaciones sociales en las que nos vemos inmersos día a día.
Pero,
¿Qué entendemos por “soledad”? pues bien, la Real Academia de la Lengua la
define como la “Carencia voluntaria o involuntaria de compañía”- trascendiendo
por demás a la definición gramatical de dicho término, atendemos una atribución
de soledad como ¿Buena? O como ¿Mala?, la soledad por muchos siglos ha sido
asociada de manera directa a un
“desarrollo espiritual” en el sentido de que simplemente la soledad es y debe
ser buena o mala en tanto tú le des el peso e importancia, así como los
objetivos de ella respecto de las circunstancias en que quieras aplicarla o
tenerla; la soledad per se considera beneficios para quien la experimenta de
manera voluntaria y no así por obligación, pues muchas han sido las
atribuciones que recientes estudios le han dado a la soledad, pues parecemos
tenerlo temor o pavor hasta con el simple hecho de escuchar la palabra e imaginarnos desiertos en la vida.
Carlo
Dossi, un famoso escritor italiano, se preguntaba “¿Por qué, en general, se
rehúye la soledad?” , y así sabiamente contestaba a su misma incógnita diciendo
– “porque son muy pocos los que encuentran
compañía consigo mismos” - y en esencia tiene razón desde una perspectiva
estrictamente individual, pues resulta fundamental la soledad en el ser humano
en dosis razonables y calibradas, en el que permita el ensimismamiento para sí,
afianzando las memorias vívidas, haciéndolas un tanto más duraderas como precisas,
pues practicar la soledad irónicamente nos hace mayormente capaces de
desarrollar empatía, podrá sonar contradictoria tal aseveración pero muy bien
afirmaría el escritor estadounidense Edgar Allan Poe, al decir que - “El hombre
que quiere contemplar frente a frente la gloria de Dios en la tierra, debe
contemplar esta gloria en la soledad”- pues en la época actual, las personas
viven rehuyendo a estar solos, derivado de la pérdida de la costumbre de
encontrarse en un cara a cara consigo mismos; desgraciadamente, hemos crecido
en una cultura que nos maleduca lejos de educarnos simplemente, pues nos es
inculcado un cierto temor a la soledad asociándola con un sinfín de cualidades
negativas.
Ahora
bien, hemos abordado sucintamente lo que la soledad es y representa para los
seres humanos en un ámbito general, pero ¿Qué hay de la solitud? ¿Qué es y cómo
funciona? Pues bien, la “solitud” de manera literal y llana significa –
“carencia de compañía” o “lugar desierto”- en el que la soledad aparece pero
como algo sentido/emocional y no así físico como en la anterior concepción,
para la solitud no es necesario estar solo de manera literal, sino que solo
hace falta querer estar solo aun estando rodeado de personas con las cuales te
sientas cómodo. Figura en la solitud, una actitud donde nos vamos encerrando en una situación
neurótica al sentirnos agobiados por así creer que las cosas se hacen de dos
maneras: la mía y la equivocada; y caemos en el fango del egocentrismo y la
pérdida de una identidad dinámica para esperanzarnos en una burbuja que limita
tus posibilidades de crecimiento personal y dejas de compartir con los demás
para enfrascarte en ti mismo. Pero también de otro modo la solitud es querer estar solo, en compañía de ti mismo nada más y así disfrutarlo, pero existe algo realmente liberador para las personas al contemplarse en un estado de solitud, no olvidemos que personajes como Cristo, Buda y Mahoma, quienes fueron los “elegidos” para recibir revelaciones de elevada espiritualidad, debido pues a la ausencia de distractores sociales y ambientales que perturben el encuentro de sí mismos, e incluso encontrar la genialidad en nosotros mismos a través de la introspección serena y profunda., los monjes la ven como una forma de iluminación personal.
"El estar sin la compañía de alguien y disfrutarlo, se le llama “solitud”, que es muy diferente a la “soledad”. La soledad se distingue por un sentimiento de vacío, que no se da cuando estás en solitud. Se dice que la capacidad de disfrutar el pasar tiempo solo(a)s es señal de madurez emocional. Estar en tu propia compañía te da la oportunidad de ver hacia donde te estás dirigiendo en todas las áreas de tu vida." (María de los Ángeles, 2010)
"El estar sin la compañía de alguien y disfrutarlo, se le llama “solitud”, que es muy diferente a la “soledad”. La soledad se distingue por un sentimiento de vacío, que no se da cuando estás en solitud. Se dice que la capacidad de disfrutar el pasar tiempo solo(a)s es señal de madurez emocional. Estar en tu propia compañía te da la oportunidad de ver hacia donde te estás dirigiendo en todas las áreas de tu vida." (María de los Ángeles, 2010)
Gustavo Adolfo
Bécquer me hizo reflexionar – a mi parecer- con su atinada frase cuando
decía que la
soledad es el imperio de la conciencia,
por un momento ofuscó mi mente, pues trataba yo de reacomodar los elementos
“soledad” y “conciencia”, dilucidar como se establece la conexión entre una y
otra, y encontré así que ello radica especialmente en el fortalecimiento del
carácter y la identidad; de manera coincidente, Sherry Turkle, quien
actualmente dirige la Initiative on Technology and Self del MIT, sugiere
reservarnos ciertos momentos del día, lejos de otras personas, pero también de
interacciones digitales, para rendir tributo al que, sin duda podríamos
considerar como el estado primigenio del ser humano: la soledad.
¿Cuánto tiempo necesito estar solo para lograr una
mejor conexión conmigo mismo? Sin duda una respuesta acertada y atinada
resultaría una falacia por demás hilarante, pues simplemente se nos plantea que
con un poco de introspección y práctica será fácil determinar aquella “dosis”
de soledad que nos sienta bien, todo dependerá de los límites que impongas y la
constancia con que ellos se impongan, pues en la medida en que no existan dos
personas idénticas a nosotros, será la medida en que estemos solos
aparentemente, es así como la soledad nos muestra su excelente compañía,
volviéndose cómplice de nuestra conciencia.
Yo adoro la Solitud,en ella me siento en contacto con lo mas intimo de mi ser,con lo Divino,que es el "amor" lo unico verdadero que existe y que nos llevamos de regreso en el camino a la Luz divina de la cual somos parte.La meditacion y el desarrolio espiritaul son un complemento importante para la felicidad que siento
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